"Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, (...), soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviera queja contra otra, así también hacedlo vosotros." (Colosenses 3:12-13)
¡No es fácil perdonar! Principalmente porque nuestra naturaleza caída siempre quiere venganza, y el diablo se aprovecha de eso para tentarnos a no perdonar. Sin embargo, como ya sabemos, el verdadero cristiano tiene el fruto del Espíritu (Gálatas 5:16-22), que lo diferencia del hombre natural (1 Corintios 2:14-16). Aunque tenga naturaleza carnal, que se manifiesta por obras infructuosas diversas (Gálatas 5:17-21), el Espíritu Santo es poderoso para impedir sus actitudes erróneas, a fin de hacerlo una persona amante de la paz y perdonadora.
" A través de toda la historia, Dios ha obrado para llevar a los hombres a una relación sana con Él y, en consecuencia, a una relación correcta con los demás. Las dos cosas están atadas con la cuerda del perdón. Dios no puede perdonarme hasta que haya perdonados a otros.
Si es una relación hay falta de perdón en el corazón de la persona, esto dictará la forma de todas las otras relaciones (aunque comprendamos o no lo que está aconteciendo)" (Orgullo fatal, CPAD, pág. 198)
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.¿QUÉ NO ES EL PERDÓN?
"Yo perdono, pero..."
Es común oír personas decir que perdonaron a alguien, pero olvidan lo que les hizo el ofensor. Esto en ninguna forma puede ser considerado falso perdón. Todos tenemos una memoria, y esa no se apaga. Sólo Dios tiene la capacidad de perdonar y olvidar (Hebreos 8:12). La acción de perdonar implica cambio de actitud, y no sólo el pronunciamiento de palabras huecas, sólo para librarse de la acusación de la conciencia.
"Ahora, cada uno sigue su camino"
¿Será ese el perdón? Absolutamente NO.
Este tema continuara...
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